ALGUNOS
DERECHOS ASERTIVOS (1)
1) Tenemos derecho a juzgar
nuestro propio comportamiento, nuestros pensamientos y nuestras emociones, y a
tomar la responsabilidad de su iniciación y de sus consecuencias.
2) Tenemos derecho a no dar
razones o excusas para justificar nuestro comportamiento.
3) Tenemos derecho a juzgar si nos
incumbe la responsabilidad de encontrar soluciones para los problemas de otras
personas.
4) Tenemos derecho a cambiar de
parecer.
5) Tenemos derecho a cometer
errores.
EXPLICACIÓN
DE DERECHOS ASERTIVOS
Derecho
asertivo I)
Tenemos derecho en última instancia a juzgarnos a nosotros mismos. Cada uno de
nosotros tiene derecho a ser su propio juez. De esta forma tomamos sobre
nuestros hombros la responsabilidad de nuestra propia existencia y despojamos
de toda responsabilidad a los demás.
Si alguna de
las personas con las que nos relacionamos no está controlada por alguna norma
externa de comportamiento (es independiente), tememos que sus propios
objetivos, que su misma felicidad, queden a su propio antojo y esto nos produce
inseguridad. Creencia irracional: "Si todo el mundo actúa según sus
criterios, esto sería un caos".
Cuando nos
sentimos inseguros y preocupados por la falta de pautas en alguna zona
particular de comportamiento, llegaremos a inventarlas para volver a sentirnos
seguros. Por ejemplo, no hay ninguna ley que controle específicamente la
eliminación de las heces fecales de cada individuo. Si un sujeto vacía sus
intestinos en plena Gran Vía, tal vez lo arresten por ensuciar la vía pública
pero no por su acción específica de eliminación. Es decir el comportamiento
observado está muy reglamentado, todos inventamos normas sobre la marcha,
empleando para ello creencias que nos enseñaron cuando éramos niños a modo de
orientación general. Luego estas normas las empleamos manipulativamente con
otras personas para controlar su comportamiento, aliviando de esta forma
nuestros sentimientos de inseguridad. Como medida de autoprotección la persona
no asertiva tratará de manipular psicológicamente, con normas y pautas de
bondad y maldad, de justicia, de razonabilidad y de lógica, a los demás, con
en fin de controlar un comportamiento que entra en conflicto con sus deseos,
gustos y aversiones personales.
En principio
toda estructura o juego de normas en toda interacción entre dos personas es
arbitrario. Por ejemplo, una persona y su socio en un negocio pueden decidir
que la primera se ocupe del despacho, mientras que el socio trata con el
público, pero no es ésta la única manera en que podrían haber arreglado las
cosas, podrían haber compartido la labor de contabilidad, o haber contratado
a un contable, etc. Si una mujer se ocupa de los hijos mientras que el marido
trabaja, no se trata más que de un arreglo arbitrario, puesto que no hay
ninguna ley que diga que la mujer tiene que cuidar los hijos mientras que el
marido trabaja (creencia irracional: "Las mujeres tienen que cuidar de
los hijos y de la casa, mientras que el marido mantiene la economía). Las
alternativas a esta situación podrían ser diversas.
Todas
nuestras relaciones con los demás se pueden clasificar en tres tipos de
categorías generales:
1) Relaciones
comerciales o formales.
2) Relaciones
de autoridad.
3) Relaciones
de igualdad.
Una
determinada interacción se puede clasificar dentro de una categoría
dependiendo del grado en que dicha interacción esté reglamentada desde el
principio, quizás incluso antes de que hayamos conocido a la otra persona. Por
ejemplo, todas nuestras interacciones en los tratos comerciales suelen llevar
impuesta una estructura, incluso antes de llevarse a cabo tal interacción.
Por ejemplo, en la compraventa de mercancías una de las partes suele
seleccionar y pagar la mercancía y la otra suele recibir el dinero, entregar la
mercancía y responder de la calidad de lo que ha vendido. En estas relaciones
surgen problemas cuando una de las partes (generalmente el vendedor) hace
entrar en juego una estructura manipulativa externa que no se había convenido
de antemano, y que no nos permite ser nuestros propios jueces acerca de lo que
haremos. Por ejemplo, si un vendedor vende un radiador en malas condiciones,
puede alegar: " Nosotros no tenemos nada que ver con la reparación del
radiador. Las reparaciones son de la incumbencia de la tienda de radiadores.
Tendrá que ir a ver a esa gente." (Es como si se nos dijese: " ¡Tonto
de capirote!. ¿Es que no sabe dónde tiene que acudir en estos casos?.
En el segundo
tipo de relaciones, las de autoridad, sólo en parte hay una estructuración de
antemano. No todo el comportamiento en esta clase de relación está estructurado
de antemano (entre una autoridad y otra persona). Por ejemplo, en la
interacción entre un empleado y su jefe, el sujeto puede saber como tratar al
jefe en el trabajo, pero ¿cómo debe obrar fuera?, ¿quién paga la bebida en un
bar?, ¿quién elige el bar?. Cuando se impone una estructura manipulativa se
viola nuestro derecho a juzgar y decidir qué deseamos hacer y qué no deseamos
hacer.
Entre hijos y
padres, los padres suelen partir desde posiciones de autoridad, los maestros,
las enfermeras, los jueces, los médicos, etc. Y También vemos que los niños
comienzan con las funciones de persona dependiente, aprendiz, paciente,
peticionario, etc. Con el paso del tiempo, esta estructura requiere
modificación, puesto que el niño se ha hecho mayor y debe tomar decisiones por
sí mismo, pero todos hemos experimentado que cuando los papeles entre padres e
hijos se hacen más iguales, en los que unos y otros podrían compartir sus
sentimientos, sus objetivos y sus problemas, por norma general, esta comunidad
no llega a alcanzar este nivel de intimidad que caracterizaría a las relaciones
entre iguales. Los padres otorgan libertad a sus hijos pero no abdican en sus
funciones iniciales de padre-madre omnisciente, violando el derecho asertivo de
sus hijos de ser sus propios jueces. El resultado de esto es la creación de una
distancia innecesaria entre padres e hijos.
En estos
tipos de relación son muy importantes las estructuras de poder que se generan.
Un padre tiene el derecho de pegar a un hijo, según la creencia social general,
"para educarle por su bien". Pero mucha gente no se pregunta: ¿Qué
pasaría si el niño no tuviese la forma y la fuerza que tiene, y en lugar de eso
el padre se encontrase ante un niño con 1,90 mts. de altura y unos músculos
formidables?. ¿Ejercería esa potestad sobre el hijo o trataría de llegar a un
diálogo?. Son múltiples los casos de jóvenes que siguen recibiendo, por parte
de sus padres, bofetones o golpes, y quedándose resentidos por el fenómeno,
cuando ellos son tan culpables (si es que se quiere culpabilizar a alguien)
como sus progenitores, al no tratar de vencer sus miedos y parar la mano del
padre cuando realizan tal acción.
La tercera
categoría es la de iguales en la que no existe una estructura inicial impuesta
de antemano a ninguna de las dos personas que determine su comportamiento. En
este tipo de interacción, toda estructura se va elaborando a medida que la
relación progresa, a través de una serie de compromisos en acción. Esos
compromisos acordados mutuamente (estructura) son prácticos, posibilitan
llevar adelante el negocio de la relación sin necesidad de entrar cada día en
negociaciones acerca de quién debe hacer qué y cuándo debe hacerlo. Pero no
es indispensable que los compromisos sean justos para ser útiles. Lo único
indispensable es que funcionen, que sean eficaces. Muchas veces a los ojos
de muchos observadores le parecen injustos muchos comportamientos de los
demás, sin preguntar o saber si a las partes interesadas les va bien.
Ejemplos de
relaciones entre iguales son las que se establecen entre amigos, vecinos,
condiscípulos, compañeros de trabajo, novios, amantes, miembros adultos de la
familia, hermanos y hermanas, etc. Son relaciones en las que gozamos de la
máxima libertad para tratar de obtener lo que deseamos, pero en las que
tenemos más probabilidades de salir heridos. El ejemplo más claro es el de
los cónyuges en el matrimonio. Aquí las dos partes elaboran un mínimo de
compromisos viables y que pueden volver a negociarse acerca de su
comportamiento mutuo, manteniendo así la estructura de su matrimonio lo
bastante flexible, dentro de lo humanamente posible, como para poder
enfrentarse con los verdaderos problemas de la vida.
En este tipo
de relaciones entre iguales se plantean problemas cuando uno de los miembros,
o los dos, por inseguridad personal o por ignorancia han iniciado la relación
con IDEAS PRECONCEBIDAS acerca de cómo deben comportarse los amigos, los
compañeros de habitación o los maridos o esposas. Estas ideas o normas
impuestas por uno de los cónyuges no permiten al otro ser juez de su propio
comportamiento en el matrimonio.
La persona
insegura tratará de imponer estructuras manipulativas, teniendo muy pocas
incógnitas que resolver, pero no permitiendo que cada uno sea él mismo. Por
ejemplo, un marido inseguro tratará de imponer una estructura arbitraria a su
esposa para contrarrestar su temor a no saber mostrarse a la altura de ella, a
no saber reaccionar ante ella. De esta forma es posible que insista en que ella
no trabaje fuera de casa, en que se ocupe solamente de los hijos y en que no
debe administrar el dinero del matrimonio. Una esposa igualmente insegura,
también tratará de imponer una estructura manipulativa para resolver sus
propios temores de no ser capaz de enfrentarse a lo desconocido. Puede tratar
al marido como a un chiquillo irresponsable, dejándole libertad en cuanto a su
trabajo, pero no confiará en él y tratará de controlarle en los demás
aspectos de su vida y de hacerle sentirse culpable si no acepta sus rígidos
métodos.
Cuando
hablamos de la arbitrariedad, nos referimos a dejar las cosas definidas de
forma ambigua, de tal modo, que de pie a interpretarlo a nuestro antojo. Tal es
el lenguaje de las ETIQUETAS, de los CALIFICATIVOS. Este lenguaje no nos dice
exactamente que hacemos o dejamos de hacer, por lo que no nos permite mejorar
nuestra conducta, y al mismo tiempo merma nuestra autoestima, porque son
criterios sobre la globalidad de nuestra persona, y no como es la vida en
realidad, en un lugar y en un tiempo determinado, es decir, situacional.
Ejemplo, si la mujer le dice al marido: "Porque eres un egoísta, porque
solo piensas en ti". En realidad le está diciendo: "Debes anteponer
todo lo que yo quiera sobre tus intereses". Con lo cual, si el marido
fuese astuto, se daría cuenta de que quién está cayendo en contradicción es
ella misma, que es la que quiere que su marido esté a su disposición, lo que sí
es ser egoísta. Ante estas etiquetas, siempre conviene aclarar con la otra
persona que es lo que quiere exactamente, que interpreta por "ser
egoísta". Cuando se definen los comportamientos de la etiqueta, la vida se
hace directa, cómoda y efectiva, y puede existir negociación.
Existen
curiosamente en las relaciones paciente-médico relaciones comerciales y de
autoridad. Si la persona (paciente) es capaz de meterse con su médico en su rol
desde un punto de vista comercial, como que es su mecánico, podrá exigir que le
clarifique en cuanto la medicación recetada, el tratamiento posterior, las
posibles complicaciones, los honorarios, etc. Pero al llevar añadida,
normalmente una relación de autoridad (padre), el cliente o paciente no se
atreve a preguntar al médico estas múltiples cosas. Creencia irracional:
"Tú como paciente o enfermo tienes que hacer lo que yo te diga". Otra
creencia: "No voy a preguntar al médico porque no le puedo molestar con
mis desconocimientos y además le voy a
hacer perder tiempo".
En cualquiera
de las tres formas de relación con los demás (comercialmente, autoritariamente
o en el plano de igualdad) surgen problemas cuando tenemos más de una sola
interacción con la misma persona. Por ejemplo, cuando entramos en relaciones
comerciales con un amigo, tanto él como nosotros podemos tropezar con
dificultades para impedir que nuestro comportamiento comercial interfiera con
nuestro comportamiento de amigos o a la inversa. Nuestro amigo puede
manipularnos al tratar de imponer maneras de hacer acordadas previamente como
amigos, que no tienen nada que ver con nuestros tratos comerciales. Por
ejemplo, puede tomar prestado nuestro coche para hacer gestiones comerciales,
basándose en que en el pasado solíamos prestarnos el coche uno a otro, en plan
de buena amistad. Creencia irracional: "Si siempre has actuado conmigo
de una forma determinada por qué ahora vas a actuar de otra forma".
Los sistemas
legales son normas arbitrarias que la sociedad ha adoptado para prever unas
consecuencias negativas para toda clase de comportamiento que esa sociedad
desea eliminar. Por otro lado los sistemas del bien y del mal se emplean para
manipular psicológicamente los sentimientos y el comportamiento de la gente.
Los códigos legales se han establecido para poner límites al comportamiento y
zanjar las disputas entre la gente. Pero a menudo se confunden los sistemas del
bien y del mal con los códigos legales, incluso así lo hacen los propios
jueces. Creencia irracional: "Aunque eso no lo dice la ley, está mal
hecho".
Cuando se
emplean sistemas basados en los conceptos del bien y del mal, se provocan como
consecuencia sentimientos de culpabilidad.
Derecho
asertivo II) No tenemos por qué explicar nuestro comportamiento
a los demás para que éstos decidan si es acertado o erróneo, correcto o
incorrecto. Por supuesto los demás siempre tendrán la opción asertiva de
decirnos que no les gusta lo que hacemos. Creencia irracional: "Se es
mejor persona si se dice a los demás lo que hacemos y/o pensamos".
Cada vez se
da con mayor frecuencia el hecho de dar razones o explicaciones sobre nuestros
comportamientos, sobre nuestras tomas de decisiones. Así, muchos padres se ven
obligados a decirles a los niños, por ejemplo, el por qué les castigan, por qué
no les dejan salir hasta determinadas horas, etc, etc. Existe la creencia
social de que cuantas más razones demos a nuestros hijos, mayor es la
comunicación, somos más dialogantes, mejores padres, más razonables, etc. Y
esto por experiencia, les demuestra a los padres, que muchas veces, a nivel
efectivo y práctico, no les da ningún resultado.
Un día un
amigo, Manolo, que tenía una hija de trece años, me decía: "Tuve una
discusión con mi hija Susana, porque decía que por qué no la dejaba venir más
tarde de las 10, ya que si ellos (los padres) se iban algunas noches a cenar
por ahí hasta las tantas, por qué ella no lo podía hacer igual, y que al mismo
tiempo, los padres de su amiga la dejaban hasta más tarde". La traducción
de estas palabras en la cabeza del padre habrían sonado así: "No entiendo
como tú que te las das de padre progre y de tratar a tus hijos por igual,
actúas así. Cuando en realidad eres menos dialogante, puesto que a mis amigas
las dan más libertad". Es decir, trató de hacerle sentir culpable. Al
final la contestación fue: "Cuando seas padre, comerás huevos". Pero
no cabe duda, que yo conociendo a mi amigo Manolo percibí que sí se sintió
culpable porque él quiere ser un padre dialogante con su hija, y no imponerle
las cosas porque sí, sino por alguna razón, y de esa forma demostrar a su hija
que la trataba en condiciones de igualdad y no de autoridad, pero la
comunicación directa podía haber sido (que así lo sentía): "No tengo
intenciones de que mientras tú estás por ahí por la noche, estar yo con la
preocupación de si te habrá pasado algo o no". Y de esta forma aceptar sus
limitaciones, en cuanto a sus miedos personales con todas sus consecuencias.
Ahora tiene asumido que no por privar de vez en cuando a su hija de algunas
cosas y por dejar de darle explicaciones en algunos momentos es peor padre. Creencia
irracional: "Cuantas más explicaciones y más hablemos con nuestros hijos,
mejores padres seremos".
Por ejemplo,
cuando un dependiente pregunta a un cliente que va a devolver un par de
zapatos: " Qué defecto encuentra a esos zapatos? ", da a entender sin
decirlo que parece fuera de lo corriente que a alguien puedan no gustarle los
zapatos en cuestión. De esta forma el dependiente formula el juicio de que el
cliente debe tener una razón para rechazar los zapatos que resulte convincente
para él (creencia irracional). Si el cliente deja que el dependiente
decida que debe haber alguna razón para que no le gusten los zapatos, se
sentirá ignorante. Al sentirse ignorante, el cliente probablemente se creerá
obligado a explicar por qué no le gustan los zapatos. Y si expone sus razones,
el cliente autoriza al dependiente a darle razones igualmente válidas por las
que deberían gustarle. Según cuál de los dos acierte o tenga la habilidad de
dar más razones, hay probabilidades de que el cliente se quede con los zapatos que
no le gustan, como indica el siguiente diálogo:
DEPENDIENTE:
¿Por qué no le gustan estos zapatos?.
CLIENTE: No
me gusta ese tono gris.
DEPENDIENTE: ¡No diga! ¡Si es el
color que hace más juego con el tono del vestido que lleva!
CLIENTE: No, pero me están
demasiado holgados y la tira del talón se baja continuamente.
DEPENDIENTE: Eso se lo arreglamos
buscándole uno más a su medida.
CLIENTE: Pero
mire es que además me aprietan en la puntera.
DEPENDIENTE: ¡No se preocupe! ¡No
hay problema! Se lo ensanchamos en el acto.
Derecho
asertivo III)
Por más que podamos desear el bien para otros, no está en nuestras manos crear
estabilidad mental, bienestar o felicidad para los demás. Podemos complacer a
alguien temporalmente haciendo lo que él o ella desea, pero esa persona deberá
cargar sobre sus propios hombros todo el esfuerzo, el sudor, el dolor y el
miedo al fracaso necesarios para ordenar su propia existencia con miras a la
salud y la felicidad.
Tenemos la creencia
infantil de que existen ciertos deberes con respecto a algunas cosas e
instituciones más grandes que nosotros, creadas por grupos de otras
personas para dirigir la tarea de vivir. Y debemos de sacrificar nuestros
propios valores para impedir que esos sistemas se desintegren. Si en
nuestras relaciones con esos sistemas se plantean problemas, esos problemas
serán nuestros y de ningún modo imputables a los sistemas. Por ejemplo, en los
matrimonios puede darse la manipulación por parte de uno de los cónyuges de
hacer sentirse culpable al otro con la amenaza de que se puede romper la
institución familiar si se mantiene en sus comportamientos.
En las
relaciones comerciales los dependientes pueden a menudo tratar de conseguir
que un cliente renuncie a sus quejas sobre una mercancía defectuosa, diciéndole:
"Hay mucha gente que espera ser atendida, por favor deje paso a los
demás". De esta forma genera en el cliente un sentimiento de culpabilidad
de ser el responsable de la espera de los demás clientes.
Derecho
asertivo IV)
Nuestros intereses se modifican con el paso del tiempo y según las condiciones
particulares del momento. Y por lo tanto, debemos aceptar la posibilidad de que
cambiar de parecer, de opinión o de criterio es algo saludable y normal. El
problema es que cuando cambiamos de parecer otras personas se pueden oponer a
tal cambio mediante una manipulación basada en las creencias infantiles que
nos han inducido: "No debes cambiar de parecer una vez que te has
comprometido. Si cambias de parecer hay algo que no marcha como debiera. Debes
justificar tu nueva opinión o reconocer que estabas en un error. Si te
equivocas una vez, demuestras que eres un irresponsable y que es probable que
vuelvas a equivocarte y plantees problemas. Por consiguiente, no eres capaz
de tomar decisiones por ti mismo".
Derecho
asertivo V)
" Quién esté libre de pecado que arroje la primera piedra". De está
forma Jesús manifestó que no somos perfectos, equivocarnos forma parte de la
condición humana. No obstante podemos ser manipulados por otras personas si no
reconocemos los errores son simplemente eso, errores. Tenemos la creencia de
que puesto que los errores son "malas acciones", hay que repararlos,
y que para repararlos hay que ejecutar de algún modo "buenas
acciones". La creencia infantil es: "No debes cometer errores: Los
errores son malas acciones y causan problemas a otros. Si cometes errores,
debes sentirte culpable. Es probable que cometas más errores y causes más
problemas, y por consiguiente no puedes reaccionar como se debe ni tomar las
decisiones apropiadas. Otras personas deben regular tu comportamiento y
decidir por ti, para que no sigas planteando problemas, de este modo repararás
el mal que les causaste". La persona no asertiva que es manipulada, es
probable que desarrolle cualquiera de los siguientes comportamientos: 1)
Niegue su error. 2) Exponga las razones de su error. 3) Trate de quitar
importancia al error. 4) Se excuse por haber cometido un error. 5) Derive el
error hacia otra fuente (diga que no ha sido él si no otra persona la motivadora).
En estas
situaciones la persona suele mostrar sentimientos de culpabilidad, ansiedad o
ignorancia.
CONTINUAREMOS.....