domingo, 8 de enero de 2017

APRENDIENDO A CAPTAR SUS DIÁLOGOS INTERNOS

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Ya dije en mi artículo anterior que no son los Hechos o situaciones (A) los que nos perturban (C), sino lo que nosotros elegimos, percibimos, analizamos, valoramos, imaginamos, creemos, etc., acerca de la situación, es decir, en síntesis PENSAMOS. No obstante hay personas convencidas de que son las situaciones (A) las que les perturba, ellos manifiestan que no piensan, sólo reaccionan. Tienen un diálogo del tipo:
“En cuanto me insultó, le abofeteé”.
“Vi la cara de mi madre y ya sentí que había ocurrido lo peor”.
“Vi el resultado de lo que hice e inmediatamente me sentí muy mal conmigo mismo”.
“Cuando me dijeron lo de mi hijo sentí rápidamente un dolor inmenso en mi corazón”.
…………

¿Dónde va la información de cualquier acontecimiento que captamos a través de nuestros sentidos? Lógicamente a nuestro cerebro, porque el cerebro cuando vemos, oímos, tocamos, olemos o degustamos algo, hace un proceso de identificación con las experiencias pasadas de qué es lo que estamos experimentando. El cerebro hace dos cosas:
1)   Analiza el acontecimiento o experiencia con calma, sin emocionarse, para saber qué es lo que estamos experimentando.
2)   Hace un juicio o valoración del suceso, para saber si es algo peligroso, dañino, molesto, etc.

Es en la segunda parte cuando, tras la valoración o juicio del cerebro de la información o el evento acontecido, lo valoramos de alguna forma para producir una respuesta emocional a través del hipotálamo, para reaccionar ante el peligro, el dolor, la molestia, etc.

Todo esto ocurre casi de forma instantánea, pero SIEMPRE PENSAMOS previamente. Y es aquí donde viene la parte más importante: la activación de sus programas, de sus creencias. Por ejemplo, si usted cree que no será feliz si no tiene a alguien a su lado, en el momento en el que se encuentre sin alguien se sentirá desdichado, porque esa es su creencia. Si usted cree que su vecino es una persona abominable, cualquier cosa que haga su vecino le parecerá fuera de lugar, porque usted tiende a confirmar sus expectativas o programas. Ya puede hacer lo que quiera su vecino, que usted siempre lo pasará por el tamiz de lo “indeseable”. Si usted se dice que no puede tolerar o soportar las conductas tiernas de su hija, usted se pondrá a estallar en cuanto ve a su hija sensible o cariñosa.

Lo expuesto en el apartado anterior le pone de manifiesto que conviene que usted tome conciencia de cuáles son sus diálogos en cualquier situación ya que de lo contrario cualquier reacción desajustada ante la situación le puede llevar a actuar de forma inadecuada.

Supongo habrá oído hablar de la triste historia que aconteció en Uruguay, en noviembre de 2011, en la que un padre mató a su hija de 24 años de un disparo: Según relata la página web del diario El Observador, el suceso se produjo de madrugada, cuando la familia, que hace un mes había sufrido un violento asalto dentro de su residencia, se encontraba viendo la televisión en el salón de la casa. Al parecer, el hombre, su mujer y la hija fallecida, escucharon un ruido en el exterior de la vivienda. Así, el padre pidió a las dos mujeres que se resguardaran en la parte alta de la vivienda mientras salía a investigar, armado con una pistola de su propiedad, al jardín. El hombre pensó que los ladrones se encontraban dentro de la vivienda. En ese momento su mujer gritó desde el interior y el padre regresó a la casa, pensando que los ladrones se encontraban dentro. Al entrar en la vivienda, que se encontraba a oscuras, el hombre percibió la sombra de alguien que se le acercaba y disparó, sin percatarse de que se trataba de su propia hija, que falleció en el acto.

No todas las reacciones que tenemos pueden resultar tan dolorosas como ésta, gracias a Dios, pero, algunas, no le quepa duda, en las que no nos damos el tiempo adecuado para analizarlas, nos hacen ser responsables de consecuencias indeseables.

Por ello, un primer ejercicio a realizar es este: cambiar sus diálogos irracionales a racionales o como también llamamos en psicología cognitiva, pasar de externales a internales. Lleve siempre el control con sus pensamientos:
Diálogo irracional: “Mi pareja me desquicia”.
Diálogo racional: “Yo me desquicio por lo que me digo acerca de lo que hace mi pareja”.
Diálogo irracional: “Este calor me mata”.
Diálogo racional: “Lo que pienso de que no puedo soportar este calor es lo que me hace aguantarlo peor”.
Diálogo irracional: “No puedo cambiar nada porque yo soy así”.
Diálogo racional: “Sé que me va a costar cambiar las cosas porque hasta ahora solo las he hecho de una manera, pero puedo conseguir cambiarlo”.
Diálogo irracional: “Mi madre va a acabar conmigo”.
Diálogo racional: “Puedo soportar lo que hace o dice mi madre y actuar de la mejor forma que me convenga”.

Preste atención a sus diálogos y transfórmelos de irracionales a racionales, será un buen inicio.

Un fuerte abrazo.

Juan Fernández Quesada.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado este articulo, me ha ayudado a ser mas consciente y estar mas atenta a mis pensamientos, gracias Juan

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    1. Me alegro, Mercedes, ese es el objetivo, tomar conciencia de lo que nos decimos, de otra forma, no podemos cambiar nada. Un besín.

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